miércoles, 14 de septiembre de 2011

DIECIOCHO

Hoy hace dieciocho años que comenzaste ese increible viaje desde mi vientre al mundo. Un trayecto corto, pero inmenso por todas las posibilidades que entraña. Hace dieciocho años me estrené en ese incierto y bello destino de madre y tú respiraste por cuenta propia por primera vez, inaugurándote en la vida.

Los meses anteriores fuimos una, el oxígeno de mi sangre te llegaba, indispensable. Te alimentaste de mi cuerpo e hiciste acrobacias acuáticas, pececito inquieto, en ese pequeño mar que me habitaba. Anidaste dentro de mi y yo te sentía allí moviéndote, latiendo al son de tu propio corazón acompañado por el mío. No imagino relación más íntima que esa.

No te puedo decir exactamente lo que sentí al verte por primera vez, fué abrumador, emocionante. De algún modo ya te conocía, pero por otra parte te veía la cara y te tocaba los dedos por primera vez. Tus intensos ojos negros me miraron, inquisitivos. Yo pensé en ese momento que te estabas preguntando si yo estaría a la altura de la labor que estaba por comenzar. Supongo que nunca se está verdaderamente a la altura, es algo que se intenta y se construye todos los días. Sólo se del amor, tan intenso que casi duele, que sentí en ese momento y sigo sintiendo por ti. Ser tu mamá es unos de los retos más bonitos que he tenido en la vida.

Recuerdo claramente cuando yo misma cumplí 18 años. Recuerdo la emoción y la expectativa, todo estaba por comenzar, por hacer. Mi mamá durante mucho tiempo me dijo que para “hacer lo que me diera la gana” tendría que esperar a los 18 años, la mayoría de edad, y yo contaba el tiempo impaciente. Supongo que ella creía que compraba tiempo a mi rebeldía, postponiendo la desilusión. ¡Que desengaño! En Venezuela, a los 18 puedes manejar, beber, comprar cigarrillos, casarte, abrir una cuenta de banco y tener propiedades, pero aún son muchos los años por delante para la independencia, que es lo que permite “hacer lo que te da la gana” con total responsabilidad sobre las consecuencias. Me tomó unos cuantos años más tomar las riendas de mi vida y más aún ser totalmente responsable de mi misma. Mudarnos para EEUU significa una tregua de 3 años para que eso se complete, al menos la parte legal. Aqui solo puedes manejar y viajar (creo que casarte tambien, pero no se), el resto de los deberes y derechos los adquieres a los 21. Legalidades aparte, la mayoría de edad es sobretodo un hito simbólico, está allí para recordarnos que estamos en el camino de hacernos adultos y ese camino es largo. Yo estoy y estaré siempre aqui, contigo de cerca o de lejos, como nos toque en la vía, para acompañarte, para apoyarte, para quererte y para honrar ese bello momento en que te di a luz. ¡Feliz cumpleaños mi amor!