jueves, 5 de noviembre de 2009

Controlando




5:45 am. Me levanto con cierta flojera pues se que desde hace tres días no hay café en la casa. El síndrome de abstinencia me golpea mientras preparo un pobre sustituto: té verde (que me encanta en si mismo no como sustituto del café). Le llevo una taza humeante a Tadeo a la cama y cuando lo despierto, nota inmediatamente (de manera olfativa pues no abre del todo los ojos) que no le traje café sino té y lanza un quejido adolorido….otra mañana sin café.

Definitivamente el café es una droga a la que soy adicta, además del chocolate. Y por fin se lo que es “controlar”. Mi hija me mira con asombro cuando me paro en cada bodega y pregunto esperanzada: ¿hay café? En todas me miran con sorna.

He comprado los sustitutos químicos infames, que quisieran en alguna vida pasada haber sido café. He pagado hasta 631% su valor, como quien compra una sustancia ilegal. Los amigos nos llamamos por teléfono…¿conseguiste? ¿me mandas un poquito?. He desarrollado un olfato especial para seguir rastros de café recién colado. Practico la paciencia infinita sin pensar en pasado mañana, 100 gramos a la vez, la tasa a la que “controlo” café en una panadería, cuando la dueña se siente benevolente.

Dicen que la gente se acostumbra a todo. Es un pobre consuelo cuando el mundo se me pone chiquito y me muevo cada vez más liviana pero con creciente dificultad.
¿será la falta de café la gota que derrame la taza?...por ahora no…creo. Sigo en control.